Mucho se habla del regreso a clases, de los protocolos de higiene, de la importancia del relacionamiento social para los niños/as y adolescentes, del aprendizaje perdido, pero poco hablamos de las emociones, del abordaje que tenemos que tener para poder fortalecerlos anímicamente para luego pensar en todo lo demás. A todos nos cambió la vida de un día para el otro, pero el adulto tiene una mayor capacidad de procesar (si bien puede sentir angustia, miedo, etc) todo esto, en el caso de los estudiantes, de un día para el otro se fueron del colegio y ahora regresan a “otro colegio”, donde los abrazos, donde los almuerzos en la cantina, donde los juegos que se hacían, donde la mayoría de sus rutinas se han visto modificadas a tal punto que sus maestras no sólo van a llevar tapabocas sino que no van a poder tener contacto con ellos.

Las psicólogas juegan un rol fundamental para poder detectar precozmente alguna alteración emocional de los escolares y adolescentes al reingreso a sus actividades así como ayudarlos a entender de a poco esta nueva realidad que les toca vivir. 

Los alumnos tienden a manifestar su ansiedad y miedos a través de diversas somatizaciones,  por lo que las psicólogas deben extremar sus sentidos y focalizar su atención y cuidados dando los espacios necesarios para que los alumnos se puedan expresar sobre sus emociones. En las entrevistas o encuentros grupales con las psicólogas, ellas a través de la observación del comportamiento, tipo de verbalización, posturas y exptresiones podrán detectar signos de angustia, miedo o inseguridad. 

Para lograr una atención, contención efectiva y sanadora es importante tener en cuenta que también los adultos han sido afectados emocionalmente por esta crisis,  por lo tanto como profesionales  debemos estar concientes de nuestras propias emociones para poder dar la tranquilidad necesaria a nuestros alumnos.

Las crisis en sí  pueden ser tomadas como un problema o como una oportunidad, la manera para salir de ellas es considerarlas una oportunidad, y rescatar lo positivo como la solidaridad que se ha generado, la importancia del cuidado, de poder compartir buenos momentos con la familia, de valorar aún más nuestros encuentros con amigos, de tolerancia, aceptación, respeto, etc.

En el caso de los escolares debemos cuidar mucho el acceso a la información, ya que muchas veces acceden a información que los termina atemorizando y generando inseguridad. 

Es importante que los niños y adolescentes puedan contar con el tiempo y la disponibilidad de un adulto para abrir espacios de diálogo y reflexión. Es importante ayudarlos a analizar y pensar sobre su integridad física y como su cuidado, ayuda a cuidar a los demás. 

Tenemos que asegurarnos que los alumnos cuenten con información fidedigna, no exagerar ni sobredimensionar la información pero si darles todos los elementos para que se puedan cuidar a sí mismos y así cuidar a los demás. Abordar directamente qué es lo que les preocupa y hablarlo de manera individual cuando es necesario y grupal. La expresión en grupo ayuda a entender que sienten los demás y muchas veces se van a dar cuenta que prácticamente todos se encuentran en una situación parecida.

Debemos replantear una nueva rutina, una nueva vida escolar y respetarla ya que las rutinas les permiten sentirse seguros, resguardados y de a poco tomar esa nueva vida, como propia.

Mag. Carolina Abuchalja

Directora

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