La comunicación con nuestros hijos adolescentes, puede ser un viaje emocionante, pero también un desafío que pone a prueba nuestra paciencia y comprensión. Recordemos que la adolescencia, es una etapa de grandes transformaciones, tanto físicas como emocionales. Nuestros hijos, están construyendo su identidad, cuestionando las normas, buscando su independencia y experimentando un torbellino de emociones. Es natural, que en este proceso se muestren más reservados, desafiantes o incluso distantes. Sin embargo, es precisamente en estos momentos, cuando la comunicación se vuelve más importante que nunca.
Para tender puentes de comunicación con nuestros hijos adolescentes, es esencial cultivar la escucha activa. No se trata solo de oír sus palabras, sino de prestar atención a todo su ser, su lenguaje corporal, su tono de voz, sus gestos, sus silencios. Mirarlos a los ojos, asentir con la cabeza, hacer preguntas que muestren nuestro interés y evitar interrumpirlos, son algunas claves para que se sientan escuchados y comprendidos.
La empatía, es otro ingrediente fundamental en la receta de la comunicación adolescente. Recordemos nuestros propios años de adolescencia, nuestras inquietudes, nuestras rebeldías, nuestros sueños. Pongámonos en su lugar, tratemos de comprender sus emociones, por más intensas o contradictorias que parezcan. Frases como: «entiendo que te sientas mal» o «parece que estás pasando por un momento difícil», pueden abrir la puerta al diálogo y mostrarles que estamos ahí para ellos.
La comunicación asertiva, también es clave. Expresar nuestras ideas y sentimientos de forma clara, directa y respetuosa, evita malentendidos y conflictos. En lugar de decir, «siempre estás encerrado en tu cuarto», podemos decir, «me gustaría que pasáramos más tiempo juntos». Utilizar frases en primera persona, «me preocupa que…», «me gustaría que…», permite expresar nuestras necesidades sin culpar o juzgar al adolescente.
No olvidemos la importancia de los momentos de conexión. Compartir una comida en familia, salir a caminar, ver una película o simplemente charlar sobre el día a día, son oportunidades para fortalecer el vínculo y crear un espacio de confianza, donde la comunicación fluya con naturalidad.
La adolescencia, es también una etapa de búsqueda de independencia y autonomía. Respetar su espacio personal, su privacidad y sus decisiones (siempre que no pongan en riesgo su bienestar), es fundamental para que se sientan valorados y confíen en nosotros.
En el terreno de los conflictos, la calma es nuestra mejor aliada. Cuando surjan desacuerdos, es importante mantener la serenidad, respirar profundo y evitar reacciones impulsivas que solo empeoren la situación. Escuchemos con atención su punto de vista, tratemos de comprender sus motivaciones y expongamos nuestras ideas de forma asertiva.
La negociación y la búsqueda de soluciones en conjunto, son herramientas poderosas para resolver conflictos. Involucrar al adolescente en la toma de decisiones, le permite sentirse parte del proceso y responsabilizarse de sus actos. Establecer límites claros y coherentes, es importante, pero también es fundamental, ser flexibles y estar dispuestos a negociar en aquellos aspectos donde sea posible.
Recordemos que la comunicación, es un camino de ida y vuelta, un proceso continuo, que requiere tiempo, paciencia y esfuerzo por ambas partes. Habrá momentos de acercamiento y momentos de distancia, momentos de armonía y momentos de conflicto. Lo importante, es no renunciar al diálogo, mantener la conexión con nuestros hijos y seguir construyendo un vínculo basado en el amor, el respeto y la comprensión.
Dra Carolina Abuchalja
Directora General Eduschool