Hemos comenzando a transitar esta “nueva normalidad”, a partir de una pandemia que
cambió radicalmente nuestros los estilos de vida. Hoy nos ocupa el comienzo de clases.

Las Instituciones Educativas debemos lograr que la necesaria suspensión de clases impacte lo menos posible en el aprendizaje de los estudiantes y además procurar disminuir las brechas que se hayan podido generar entre unos y otros. Para lograrlo, es fundamental partir de un correcto diagnóstico a fin de determinar en qué nivel se encuentra cada niño. A partir del mismo se podrán nivelar los contenidos y priorizar los aprendizajes fundamentales para lo que nos queda por recorrer en este año curricular.

En ese diagnóstico no sólo se intentará identificar el nivel de los aprendizajes logrados, sino
también el estado socioemocional de los estudiantes, lo que consideramos muy importante
para abordar los aprendizajes fundamentales en los distintos niveles.
Como las autoridades lo han dejado claro, probablemente no será posible el logro de la
totalidad de los contenidos previstos en los diferentes programas, por eso será necesario
realizar las adecuaciones curriculares que permitan asegurar el desarrollo de las unidades más
relevantes.
Al final de año se deberá evaluar el plan ejecutado y de acuerdo a los resultados que se
obtengan se proyectará el 2021, con las nuevas adecuaciones que se requieran.
Es importante reconocer que con la suspensión de clases como estrategia para combatir el
coronavirus, las familias debieron enfrentar el desafío de acompañar a las estudiantes en su
proceso de aprendizaje desde un rol más protagónico. Es fundamental que ellos sientan que
las tareas realizadas hasta el momento dieron sus frutos, no sólo por el esfuerzo que les
demandó, sino también por la frustración que podría generar en ellos sentir que no están a la
altura del resto de sus compañeros.
Por todo lo expresado, se hace evidente la necesidad de repensar el sistema a partir de una
escuela y una comunidad docente que promueva nuevas formas de enseñar, aprender y
evaluar. En este trabajo, más que nunca, las familias y el colegio tendrán que estar unidos.

En este momento lo más importante es acompañar el retorno a las aulas de estos niños que de un día para otro pasaron a estar en sus casas aislados y que ahora vuelven a una escuela muy diferente a la que dejaron: la cercanía, los abrazos, los juegos, la cantina, los recreos ya no estarán presentes. Debemos ayudarles a comprender que esto es algo transitorio, que con el tiempo las cosas van a mejorar.

No es un camino fácil, pero trabajando juntos podremos lograr que estos niños salgan
fortalecidos de la situación que les ha tocado vivir, como es de esperar también nos ocurra a
cada uno de nosotros y a la sociedad toda.


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