Toda crisis debe poder transformarse en una oportunidad que nos permita construir algo
nuevo, redimensionar nuestros valores, reconocer estrategias inválidas, abrir nuevas puertas.
Así debería encararse esta pandemia, como una situación que inesperadamente nos ha tocado
vivir, pero que genera la oportunidad de promover una transformación total, tanto en lo
sanitario como en lo social y, en nuestro caso, en lo educativo.

La nueva normalidad que dejará esta crisis, nos permitirá reconocer que vivimos en
permanente cambio y que el principal desafío es hacernos conscientes de ello para adaptarnos
rápidamente a él sin perder nuestros objetivos y, cuando sea posible, adelantarnos para estar
preparados.

Todo lo que creímos que era sólido o establecido, pudimos ver que no lo era tanto. Cuando
aparece el Covid-19, nos vimos en una realidad que jamás habríamos soñado vivir. Nos tocó
enfrentar situaciones que hasta el momento muchos de nosotros nunca nos habíamos
planteado: quedarnos en casa y ver cómo los habitantes de diferentes países se paralizaban
por el temor a tener que enfrentar algo desconocido, un “enemigo” que sabíamos era muy
grave, pero que no podíamos ver. Fue así que todas nuestras certezas se derribaron.
Sin embargo, también pudimos reconocer que unidos hemos sido capaces de enfrentarlo.
Luego de superar la parálisis ante lo desconocido, lo hemos analizado e interiorizado para
replantearnos las estrategias que nos permitan visualizar un nuevo futuro.
En esta situación, no podemos saber aun con certeza si nuestro futuro se puede proyectar en
base a lo que era nuestra vida antes de la pandemia, pero de todas formas tratamos de
encontrar caminos positivos, para salir airosos de esta situación angustiante. Es así que nos
hemos tenido que adaptar a una nueva modalidad de vida. Ha cambiado nuestra forma de
cuidarnos, de trabajar, de estudiar, de distraernos y lo vamos asumiendo como parte de
nuestra vida, lo vamos internalizando.
Quién, a esta altura, no sueña con lo que hará cuando todo esto pase: viajar, volver a las aulas,
hacer grandes reuniones, y muchas otras cosas a las que hemos tenido que renunciar. Todas
aquellas cosas que teníamos agendadas o pensadas, cuando todo pase, soñamos con
concretarlas y eso nos da ánimo para seguir.

Esta pandemia nos dejó el mensaje de que todo puede cambiar en un instante. Las
planificaciones a muy largo plazo pueden no concretarse y debemos pensar más en el corto
plazo.

La única forma de salir adelante ante los cambios bruscos en nuestro entorno, es mediante el
análisis y la re-planificación, con el trabajo conjunto de todos.
Lo que tanto enseñamos y tratamos de transmitir a nuestros alumnos “El trabajo en equipo es
fundamental, ya que el que gana es el equipo” en esta situación queda demostrado: a esta
pandemia le estamos ganando trabajando entre todos.
Cada uno tiene un rol fundamental e insustituible. Somos conscientes de que cuidándonos
también cuidamos a los demás y a la vez podemos reconocer con mayor fuerza, en nuestro
caso, la responsabilidad de cada integrante de la comunidad educativa. Autoridades, docentes,
estudiantes, funcionarios y familias han debido replantearse su rol y adaptarse a esta nueva
realidad, para asegurar el logro de aquellos objetivos que son irrenunciables.


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